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lunes, 2 de agosto de 2021

El último reino (Cuento) - (¡¿de hadas?!)

El poder de la ambición y las artes oscuras fueron más fuertes que este humilde príncipe que coqueteó, sin tomar verdadera conciencia del umbral que franquearía, con los poderes de los magos blindados. Me ofrecí gentilmente a enfrentar sus batallas con mi ejército de voluntadores y, tras salir victorioso de todas las batallas, el temor se apoderó de los villanos ocultos que convivían en palacio y me juzgaron en obsceno juicio una noche, cuando la conquista de los reinos prometidos se había hecho realidad ante los ojos del mundo.
Tras haber sido desterrado del reino de la luz azul, fui asilado en los bastiones de la creación, donde la resistencia se congrega bajo las enseñanzas de ancestrales maestros, y bajo la protección de los Dioses de la palabra, las artes y la magia simple.
Viajé por tierras desconocidas y descubrí costumbres milenarias, transité noches de más de 20 horas con amaneceres tenues y efímeros, siempre con las inevitables maldiciones a cuestas, de mis traidores oscuros, y una última esperanza de convertirme en, apenas, un maestro de la resistencia, donde todo es posible y la felicidad consiste en la belleza de vivir, mientras se acicala la existencia del universo con la exteriorización de sus poderes.
Recluida en un poblado concurrido, del otro lado de la ría, al sur del reino opulento de los aires grises, una innegable realeza se desempeñaba en diferentes artes para poder sobrevivir, y alimentar a su príncipe pequeño que intentaba encajar en el nuevo mundo.
Cuando buscaba la tierra donde consolidar mi existencia, ya alejado de mis viejas batallas, el destino permitió que alojara un tiempo mi nueva identidad en la posada rivereña, donde depositaba su historia aquella reina, cierta y humilde, desconocida hasta ese entonces por este despojado.
La reina pequeña, abandonada por su rey guerrero al mando de su ejército de los sangrientos de Beraza, y después de haber dado a luz a su primogénito, había sido despojada de su reino, mientras todo su poder era absorbido por los ambiciosos seres del maléfico Lord Ka.
La necesidad de acercar utopías y realidades a un lugar de encuentro hizo que descubriera de inmediato, en la primera mirada de la reina Lar, el sitio exacto del universo donde las posibilidades se aproximaban a una colisión de destinos, que pueden conformar ese reino perdido del que los maestros suelen tomar su sabiduría.
Resultaron innecesarios los ejércitos y las batallas para que el destino de un nuevo reino comenzara a tomar forma entre ese encuentro de universos. La creación comenzaba a imponerse sobre las conquistas de los intereses oscuros de la existencia, y una nueva era asomaba como cierta, encabezada por este despojado príncipe y la reina pequeña.
En poco tiempo se conformó, casi sin proponerlo, el reino de la última creación, el reino de un equilibrio vacilante, que se radicó en los alrededores del viejo mundo y comenzó a crecer a velocidades impensadas, dando lugar a la nueva era, la era del florecimiento.
Era de prever que las noticias llegaran a oídos oscuros y que ejércitos se lanzaran a la conquista o destrucción de todo lo que pudiera eclipsar sus monarquías. La reina pequeña, y su príncipe Lamour, me abrieron las puertas para concebir juntos el nuevo destino, y el reino creciente comenzó a evitar los ataques esperados y a desbordar de crecimiento, alertando así a las fuerzas de los viejos reinos sobre algo nuevo y desconocido que se estaba gestando.
El nuevo reinado, que llevaron a cabo este despojado y la reina pequeña, se concibió como un reino sin reyes y logró lo que nadie hubo de lograr jamás en la historia del viejo mundo. Todos los reinos existentes se unieron, firmaron un pacto de no agresión entre sus territorios, y otro de unión total de sus fuerzas para la conquista del nuevo reino.
Una noche de verano rodearon las tierras del nuevo reino sin que nadie lo advirtiera. Se presentaron todos los ejércitos habidos, los magos negros de cada tierra y los brujos reales de cada monarca. Dioses oscuros tomaron los cielos y fuerzas invisibles se adentraron al territorio para invadir desde el interior el nuevo mundo. Antes que el sol pudiera nacer en el horizonte, atacaron con todas sus fuerzas y todos sus ejércitos. Invadieron a ciegas el territorio desconocido, destruyeron toda edificación que encontraron, y arrancaron cada corazón que latiera. Se lanzaron las pócimas más inimaginables y los hechizos y maldiciones mas terribles y duraderas. Los dioses oscuros pusieron fin a la batalla limpiando el territorio a fuerza de tormentas, rayos y vendavales, hasta que el sol comenzó a ponerse por detrás del mar. Lo primero en verse fueron las barcas de pescadores, sanas y salvas, volviendo a la costa junto a los Dioses de la palabra, las artes y la magia simple. Llegaron a la orilla y tocaron tierra con su ejército de hadas, que ayudaron a limpiar los aires grises que la noche había dejado sobre las nuevas tierras. Cuando la luz del sol despertó al reino, los ejércitos más feroces yacían desparramados por todo el territorio. Los trajes guerreros con sus distintas insignias se encontraban repartidos en la tierra, sin ningún cuerpo en su interior. Cetros de hechiceros y trajes de magos negros se encontraron en los alrededores, cubiertos de cenizas púrpuras y despidiendo vapores hediondos. Los primeros en despertar alcanzaron a ver las últimas imágenes de la batalla, antes que todo resto se desvaneciera mágicamente. Por lo demás todo se encontraba intacto. Entre los madrugadores pobladores, este despojado príncipe y la reina pequeña le comunicamos a Lamour que Florencia, la nueva era que tanto habíamos ansiado, acababa de llegar al nuevo mundo, donde todos somos reyes de nuestro destino.
Se supo que en los viejos reinos se vivieron momentos tensos, de cambios inesperados. Las monarquías todas habían perdido, quien sabe dónde, cómo y porqué, la totalidad de sus ejércitos, sus armas, y sus magos y hechiceros; los reyes perdieron su poder y los pueblos dejaron de servirles.
Después de Florencia, el nuevo reino se extendió mágicamente a través de la tierra. El viejo mundo quedó atrás, en la historia oscura y no deseada de las eras del pasado, y una nueva generación de maestros comenzó a intentar, de este mundo, un lugar semejante a lo inmaculado.

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